PUEBLO PRIMAVERAL

PUEBLO PRIMAVERAL
Versos para una antología del recuerdo

Manuel José Montero Vizcaino



I - DEL PUEBLO

Bellavista fue un edén
al inicio de la Sierra,
lo mejor que dio la tierra
que Dios creó para bien.

De bellos atardeceres
y de notable importancia,
sobresalió su prestancia
y también sus bellas mujeres.

Fue ese punto preferido
de propios y forasteros,
por su hospitalidad considero
no hubo otro parecido.

Con tradición cafetera
también de yuca y maíz,
pancoger y ajonjolí
por generaciones enteras.

Por allá en los años setenta
el algodón fue el oro blanco,
cultivo que siendo franco
ponía mucha gente contenta.

El comercio en la Estación
era rico y abundante,
y fuente muy importante
de ingresos para la región.

Los vendedores corrían
cuando los buses llegaban,
en cascada los rodeaban
mostrando lo que vendían.

Se acercaban con afán
toda esa gran familia,
cuando llegaba un Brasilia
o también un Copetrán.

Ofrecían variedad de delicias
de quequis y de empanadas,
piña, cucas y cocadas
hechas con experticia.

Era raro el visitante
que no se bajaba en la viña,
a tomar guarapo de piña
muy sabroso y refrescante.

Allí las mejores resalto
por su experiencia y su don,
a Andreita Marimón
y también la nena Fontalvo.

En esa concurrida Estación
no puedo dejar por fuera,
otra insigne guarapera
como Rosa Rosellón.


II - DE SU SUSTENTO

En cada hogar anfitrión
no faltaba la comida,
era un estilo de vida
sin hambre y sin desnutrición.

La comida era segura
limpia y sin contaminación,
la carne de la estación
era falla, pero pura.

El sacrificio de ganado
era una vaca por día,
pa' comprar lo que se comía
había que llegar madrugado.

Los dos cortadores de fama
Lorenzo y Joaquín Cortina,
le vendían carne bovina
a los que les daba la gana.

También llevaban temprano
al mercado carne de cerdo,
aún en mi mente recuerdo
a Heriberto y Pablo Rojano.

Además ofrecían pescado
Paulina y Miguel Palmera,
y a veces vendían en poncheras
el sabroso Bocachico salado.

La verdura no faltaba
el revuelto verde y la papa,
pero lo que más se destaca
la forma como se pesaba.

Pesos de madera tallada
que colgaban de una pita,
le hacían unas ranuritas
con las libras bien marcadas.

Era correcto el peso
cuando esta se equilibraba,
entre lo que allí se colocaba
y la porra de contrapeso.

Tres comidas se comía
y no había colesterol,
la yuca se comía con amor
y maíz en la arepa del día.

La caza de animales de monte
la hacían expertos monteros,
en los que menciono primero
al mejor en piedemonte.

Allí “Joselito Cura”
era un cazador experto,
traía los animales muertos
sin armas en su captura.

De perros se acompañaba
hábiles y muy sangüesos,
lo cogían por el pescuezo
antes que el animal se encuevara.


III - DE SU IDIOSINCRASIA

Era un pueblo religioso
su santo es San Luis Beltrán,
en su fiesta encontrarán
un recital muy hermoso.

Del 9 al 11 de octubre
es su fiesta patronal,
para visitar, bailar y gozar
los días que la fiesta cubre.

Otro momento glorioso
era la Semana Santa,
su recuerdo aún encanta
por sus rituales famosos.

En ese momento Santo
exótico y encantador,
se escuchaba el esplendor
de las chicharras, su canto.

Los dulces que en casa hacían
por una costumbres ancestral,
no se podían saborear
porque todos se repartían.

Los que se lograba probar
venían siempre desde afuera,
así uno no quisiera
era el que podía degustar.

Creyentes en grupo salían
a sacar con fe y devoción,
higas de cañandonga o limón
Viernes Santo al medio día.

Por respeto no comían
carne roja en semana santa,
solo pasaba por la garganta
pescado o huevo esos días.

Recuerdo solo escuchar
música clásica en emisoras,
de acuerdo se ponían todas
para esos días respetar.


IV - DE SU ARTE

Era un punto de parada
de músicos del momento,
y así les parezca un cuento
al pueblo Oñate llegada.

Allí se quedó Landero
y tocaba Juancho Polo,
por lo general andaba solo
con su acordeón lastimero.

Julio de la Osa llegaba
donde la familia Andrade,
allí se enamoró de Chave
a la que alegre cantaba.

A ella dedicó una canción
que quedó en disco grabada,
con la que se ganó la entrada
a una efímera relación.

Hubo músicos de allá
que considero pioneros,
grandes acordeoneros
como fueron los Pata Pelá.

Otros que marcaron un hito
en la ejecución del acordeón,
dotados de innato don
como Uldárico y Miguelito.

También hay que resaltar
otros con enorme ventaja,
como Edrulfo Feria en la caja
con talento hacía sonar.

Y en la guacharaca amerita
que destaquemos también,
otro que lo hacía muy bien
a Luis Vuelvas "churupita".

La música marcó una era
con artistas del momento,
es bueno un reconocimiento
a Villero y su papayera.


V - DE SUS RECUERDOS

Los sitios de recordación
donde siempre algo pasaba,
la Estación y la "Puñalada"
el Congreso” y el “Cascarón”.

El mítico “Mechón Rojo”
refugio de hombres solteros,
donde llegaban enteros
y salían vuelto un rastrojo.

En las fincas de más afuero
de Mauricio y Sinforiano,
cortaban la “paja” temprano
pa´ los burros sin potrero.

Recuerdo cuando era niño
entre los ganaderos de allí,
la finca más larga que vi
la usaba el señor Patiño.

Fue su posesión principal
la vía que por allí pasaba,
ahí desmonte no pagaba
como tampoco el predial.

Jardeaban desde su casa
las vacas todos los días,
por las tardes las traían
para dormir en la plaza.

En el patio las ordeñaba
empezando el nuevo día,
más tarde la leche vendía
para una adicional entrada.

Los más pequeños de talla
le tocaban los mandados,
terminaban regañados
si la compra venía falla.

Y lo que más rabia daba
muy difícil de entender,
lo mandaban a devolver
a tienda donde compraba.

La “ñapa” se daba en panela
y María Ricardo la ofrecía,
en su tienda día a día
al que a su negocio fuera.


VI - DEL ABASTECIMIENTO

El agua era un tesoro
que solo la lluvia traía,
y la poca que se conseguía
la vendía los Barbosa y “Toro”.

La que venía del alar
del techo cuando llovia,
en albercas se recogía
pa' los trasteos del hogar.

Dos pozos abastecían
con agua impura y salada,
cuando con ella se bañaba
el pelo enroscado salía.

Recuerdo cuando era niño
el agua que se compraba,
a las casas las llevaban
Pablo Polo y los Patiño.

Con ellos no había que pelear
porque casi era seguro,
que si usted les hablaba duro
se quedaba sin bañar.

Hasta en las casas prestantes
había sin hablarles paja,
en la sala una tinaja
la nevera del tiempo de antes.

Allí se podía conservar
el agua lluvia sin cava,
y cuando ésta se acababa
tocaba la salada tragar.

Luz eléctrica no había
y oscuro se caminaba,
ninguno tropezaba
y los huecos conocían.


VII - DE LA DIVERSIÓN

En cada temporada del año
llegaba un juego especial,
en el cual podían jugar
los del pueblo y los extraños.

Era hermoso aquel detalle
y daba satisfacción plena,
la llegada de luna llena
para jugar en la calle.

Juegos que ya no se ven
muy sanos y divertidos,
con un alto contenido
que fortalecían nuestro ser.

El fútbol no era sorpresa
y béisbol poco se daba,
la dotación se compraba
sin patrocinio de empresa.

Las únicas canchas de casa
destinadas para eso,
eran las de El Congreso
y la ubicada en La Plaza.

Hoy es digno recordar
jugadores de verdad,
que tenían una calidad
de talla profesional.


VIII - DE SUS PERSONAJES

Aún recuerdo con esmero
un personaje que hacía,
más de ocho peleas por día
de apodo “Carracachero”.

La talla de sus pantalones
excedía su tamaño normal,
y para poderlo aguantar
usaba nudo en vez de botones.

Otro gran personaje
que siempre paraba sola,
la enigmática “Polvo de Loba”
sin familia y sin linaje.

En el pueblo se encontraba
un conocido famoso,
de ojos verdes y curioso
por lo maluco de cara.

Mico Bayo es el personaje
al que me refiero esta vez,
que por su cara uno cree
no era de buen linaje.

No puede quedar atrás
mencionar al “Diablo Rojo”,
un personaje de hinojo
recordado por demás.

En la mente no se pierde
otro insigne personaje,
de buen estirpe y linaje
apodado “Leña Verde”.

De “Puerca Mona” me acuerdo
de “fideo” y “moñito de conejo”,
apodos que son reflejo
de un añorado recuerdo.

También era popular
y vigente en la memoria,
“Miguelito” que la historia
siempre lo ha de recordar.

Y no me podía faltar
el famoso Aurelio Villa,
que si nace otra semilla
no creo que lo pueda igualar.


IX - DE SUS LIMITACIONES

Los jóvenes de ese tiempo
no veían televisión,
solo fútbol y estación
o reunirse pa' echá cuentos.

Pocas novias se tenían
porque se protegía demasiado,
las jóvenes por ningún lado
en las calles se veían.

Tanta restricción había
que para uno decirles algo,
solo a veces por encargo
o en los bailes se podía.

Y para rematar la cuestión
las fiestas de aquel momento,
eran escasos en tiempo
y con mucha restricción.

Los adolescentes salían
a explorar otros quereres,
diferente a las mujeres
por la restricción que había.

En el monte procedían
a acosar a las burritas,
lejos de la curiosa vista
de los que allí vivían.

No era práctica secreta
el barato en baile de antes,
costumbre poco elegante
muy usado en la caseta.

Aquel que no se atrevía
por temor a ser despreciado,
esperaba el momento apropiado
cuando el disco fenecía.

Enseguida procedían
a la muchacha rodear,
cuando el disco quería terminar
ya pareja no tenía.


X - DE LA SALUD

No había médico que atendiera
al que se llegaba enfermar,
solo la medicina natural
que aplicaba Héctor Venera.

Para cada enfermedad
una botella preparada,
líquidos que recetaba
sin restricción de edad.

A quien una culebra picaba
y vivo lograba llegar,
a "Termo" solían buscar
y a la fija los curaba.

Cuando los partos llegaban
como no había enfermera,
buscaban a una partera
de nombre Julia Santana.

Con conocimiento ancestral
fueron muchos los que recibió,
entre ellos estuve yo
y otros que no alcanzo a contar.

Otra cosa que destaco
al que un alacrán le picaba,
ron con contra le aplicaban
y una "masca" de tabaco.


XI - EPÍLOGO

Termino con estas vivencias
plasmadas en esta memoria,
de Bellavista, su historia
en sus años existencia.

Mantener vivo el legado
es un desafiante reto,
par inmortalizar por completo
esos recuerdos pasados.


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