ANA Y YO

ANA Y YO
Un camino, una ilusión

Manuel José Montero Vizcaino


En aquel incierto destino
vacío por la desolación,
nublado y en confusión
surgió la luz que a mí vino,
ella iluminó mi camino
y también me puso a soñar,
me hizo a la vez cambiar
mi rumbo de soltería,
que nunca imaginaría
formando con ella un hogar.

Cuando bajó de aquel auto
un viejo y extinto modelo,
se trataba de un "yuquero"
muy trajinando y exhausto,
un reflejo en ipso facto
encendió la mecha dormida,
fue esa ilusión perdida
que tanto me había soñado,
con costumbres del pasado
y casi empezando la vida.

Era flaca y muy graciosa
con un "tumbao" sin igual,
también digno de admirar
su piel y su rostro bello,
su negro y brillante cabello
que puso mi mente a volar,
sin llegar a imaginar
que sería mi futura pareja,
con carácter que asemeja
el porte de la mujer ideal.

Fueron pasando los días
y creciendo aquella amistad,
también mi curiosidad
aumentaba en demasía,
me atreví con gran osadía
aprovechar su llegada a mi casa,
un domingo en la terraza
le hablé con gran decisión,
lo que sale del corazón
y la pasión sobrepasa.

Ella tímida y serena
no me pudo responder,
pero si me dio a entender
que su aprobación era plena,
un beso selló la escena
bajo un cómplice aguacero,
con un testigo callejero
que por el sitio pasaba,
en una casa abandonada
la firmeza venció el sosiego.

Hoy siguen dos generaciones
de cuatro hijos y dos nietos,
que han llenado por completo
de alegría y buenas razones,
un cúmulo de emociones
que acercan a la felicidad,
con sacrificio y humildad,
disciplina y mucho respeto,
se ha cumplido nuestro reto
de armonía y reciprocidad.

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decir las cosas de una manera hermosa y describir la vida sin límites ni medida.