EL GLORIOSO "SERVIQUESO"
versos para un homenaje
Manuel José Montero Vizcaino
Parte I: Inicio del Equipo
En una
reunión familiar,
recordando
viejos tiempos,
se acordó para
el momento,
de armar
un equipo ideal.
Faltaba
algo a la lista,
que al
equipo diera sentido,
se decidió
llamar "Los Amigos",
al grupo
de futbolistas.
El nombre
de Serviqueso,
remplazó
al de Los Amigos,
porque el
pueblo lo ha querido,
ya que
toño vendía queso.
Así nació por
consenso,
lo más
bueno que ha existido,
que inició
con primos y amigos,
hasta ser
un cuadro inmenso.
Toño,
Moncho y Wilfrido,
Mane,
Pacheco y Hermo,
los fundadores
eternos,
y también
Carlos Ospino.
Juan De La
Cruz y Juan Meza,
Simón,
Gabriel entre otros,
iniciaron
con nosotros,
la lucha
con entereza.
Naranjo,
Joe y José González,
en la
lucha por triunfar,
también se
pueden contar,
en los
versos que hoy me salen.
José
Blanco hizo parte
de la
conformación inicial,
el cual no
puede escapar,
de aquel equipo
estandarte.
Y la lista
no se acaba,
siguieron
nuevos talentos,
entre
ellos Luis Alberto,
que en la
defensa jugaba.
Cientos de
jugadores,
de talento
sin igual,
pudieron allí
brillar,
y
despertar los amores.
Así inició
aquella historia,
con una
roja camiseta,
y blanca
pantaloneta,
que aún guardo
en mi memoria.
Pero la
mejor camiseta,
fue
aquella multicolor,
que para
mí fue mejor,
métase
donde se meta.
Parte II: Situaciones curiosas
Al
principio Serviqueso,
todos lo
iban a ver,
pero para
verlo perder,
sin piedad
y sin respeto.
Con el
pasar de los días,
las cosas allí
cambiaron,
los
rivales se voltearon,
y luego
nos aplaudían.
Los que
antes nos chuleaban,
se pasaron
para el equipo,
peleando
así fuera un ratico,
el cupito que
deseaban.
Cuando
Moncho empezó jugar,
el cuero
en la cancha dejó,
y un día a
Pacheco enfrentó,
de barriga
sin frenar.
Y que
hablar de aquel jugador,
que todos
queríamos ver,
se trataba
de Toncel,
que decía
ser el mejor.
En todos
los puestos jugaba,
corría por
el campo entero,
toño lo
gritaba cabrero,
porque el
puesto abandonaba.
Queriendo Wil
demostrar,
su
infinita fortaleza,
hizo un
pique con grandeza,
y a la
malla se fue a parar.
Quedó así
tan extenuado,
que cuando
se quiso parar,
la pierna
empezó a temblar,
y hubo que
sacarlo agarrado.
Caso algo
parecido,
le pasó al
compa Hermogenito,
que sin
estar enfermito,
hizo un
pique en el partido.
Raudo como
una bala,
el compa
salió volando,
la fuerza
se fue acabando,
dio tres
vueltas en la raya.
A mí me
decía Antonio Abel,
con el
señor Raúl en “charada”,
que yo
para el tiempo jugaba,
cinco
veces más que él.
En esos
momentos pensaba,
en un
razonamiento certero,
que cinco
por cero es cero,
o sea, no
jugaba nada.
Cuando
faltaba un arquero,
y que ya
no había que hacer,
le tocaba
a Antonio Abel,
también
ponerse los cueros.
Pero para
ser muy sincero,
el tipo no
lo hacía mal,
regañaba
sin cesar,
hasta
causar desespero.
Y también
me acuerdo de eso,
el arquero
que Toño admiraba,
el tipo al
balón se tiraba,
cuando
venía de regreso.
Después de
cada partido,
no importaba
el resultado,
en la
tienda allí sentado,
terminaba
uno metido.
Frías van
y frías vienen,
a
desmenuzar las jugadas,
rizas para
las embarradas,
recuerdo
que no se detienen.
Con plata o
también sin prenda,
todos
podíamos tomar,
porque
teníamos aval,
del señor
Raúl en su tienda.
Volviendo
de nuevo a la cosa,
y espero que
mi memoria no falle,
sin llegar
mucho al detalle,
sucedían
cosas curiosas.
Recuerdo que
en una ocasión,
bajo el
mando de mi hermano,
al Joe en
un partido sacaron,
sin
ninguna explicación.
Dos goles
había marcado,
la rabia
del Joe era latente,
que en
medio de tanta gente,
a él lo
hubieran sacado.
Le
preguntó a Moncho ese día,
la razón
de la decisión,
y Moncho
en tono burlón,
dice:
"es que no hay quien mande una fría".
En un partido
importante,
hacía
falta un delantero,
teníamos
problemas severos,
para jugar
esa tarde.
Toño dijo:
tranquilos problemas no hay,
yo consigo
un delantero,
fuerte
veloz y certero,
y allí nos
trajo a Bonay.
Pa’ decirles
la perlita,
en una
breve chalada,
ese tipo
no jugaba,
ni con
bolita de uñita.
Parte III: épocas gloriosas y curiosas
Cuando
fuimos a la Bellavista,
a jugar la
primera vez,
todo salió
al revés,
mostrando
varias cositas.
Toño se
“esparamaba”,
y en la
noche no durmió,
parada de pecho,
taquito y gol,
solo en su
mente soñaba.
Pero una
cosa piensa la bestia,
y otra el
que la está ensillando,
en el
campo fue quedando,
una
sensación de molestia.
Nada de
futbol salía,
por una
mala jornada,
el equipo
no jugaba,
aunque
cambios mucho había.
Toño
paraba en el piso,
y el
triunfo se veía lejano,
fueron
muchos los reclamos,
que al
árbitro “toño” le hizo.
Pero el
juez más, sin embargo,
al ver que
los reclamo hiciera,
dijo:
“tírate al piso siquiera,
pa’ podé
pitarte algo”.
Pero para
olvidar esa la pena,
nos fuimos
a la caseta,
nos
sentamos en la mesa,
para hacer
un cambio de escena.
Allí con
mucha entrega,
y sin
conocer bien ese sitio,
al
“muñecú” hermogenito,
le hizo
volar la pega.
Con un
verso que ese día,
dijo en
modo cantando,
el “muñecu”
se fue arremangando,
el brazo
que de piedra tenía.
Me
contaron que ese señor,
cantinas
de leche cogía,
con un
dedo las subía,
al camión
repartidor.
Mi
compadre me ha contado,
que si no
es por “Juancho” Meza,
todo
hubiera sido la tristeza,
si allí lo
hubiera golpeado.
Recuerdo
aquel partido en la Loma,
que Jose
nos abandonó,
Pacheco lo
entusiasmó,
esa jugada
nos es broma.
Todos
estábamos contando,
con Jose
con gran esmero,
pero llegó
de primero,
con el
otro equipo entrenando.
Recuerdo
una vez en Río Mar,
Naranjo
marcando ese día,
solo al
delantero veía,
raudo por
su lado pasar.
Cuando
José Blanco empató,
todos
quisimos ganar,
y en un
contragolpe fatal,
el sueño
se nos frustró.
Se escuchó
un grito entre tanto,
del
público porque veía,
que su
marcador no podía,
detener a
José Blanco.
El tipo
bastante grosero,
dijo: “porque
a marcar tu no vienes,
no ves que
ese tipo tiene,
un motor
en el trasero.
Llegando
de Medellín,
jugando en
la cancha del SENA,
un gol se
convirtió en la escena,
de una
disputa sin fin.
Mi
compadre no quería,
dejar
meter ese gol,
pero toño
con rencor,
de eso lo
culparía.
Jugando un
día en El Retén,
con un
guayabo muy severo,
le dio a
toño un “yeyo” certero
que nos
hizo a todos correr.
Cambio de
color su mentón,
por la
alta temperatura,
sin
mentirles su figura,
se parecía
un camarón.
Era tan
bueno el equipo,
que con guayabo
jugaron,
ocho goles
le empacaron,
en ese
fugaz ratico.
Terminado
ya el partido,
nos fuimos
a celebrar,
tomando
frías sin parar,
en el río
todos metidos.
Cosa que
yo me acuerdo,
como Osman
no tomaba,
para
equilibrar la jugada,
le dieron
diez libras de cerdo.
Si algo
quedó en la mente,
aquella
derrota con Sánchez,
ese fue el
día del escache,
quedando
el desquite pendiente.
Parte IV: Homenaje a los grandes
Los dos
que no perdonaban,
esas
recordadas figuras,
los
Blancos con su finura,
a todo el
mundo encantaban.
Con un
juego inteligente,
al equipo
daba luz,
así era
Juan De La Cruz,
que siempre
tenemos presente.
Juan Meza
allí cabalga,
con dos
ladrillos corría,
pero los
goles metía,
así fuera
con las nalgas.
No sé
cuántos jugadores,
pasaron
por Serviqueso,
pero
seguro si estoy de eso,
que
estaban allí los mejores.
Hay que
hacer un homenaje,
a dos grandes
personalidades,
que por sus
infinitas bondades,
resaltaron
su linaje.
El
liderazgo de “chino”,
que por el
equipo sufría,
y el
sacrificio de María,
para
ellos: este verso fino.
Moncho de
todos es sabido,
que la
dirección compartía,
también
mandaba las frías.
después de
cada partido.
Un
homenaje especial,
a quien
hoy se nos ha ido,
Carlos
Ospino mi amigo,
Dios te
guardo un pedestal.
Con cariño
para ese equipo que nos unió y nos hizo ver como una familia.
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La poesía es:
decir las cosas de una manera hermosa y describir la vida sin límites ni medida.