SEIS RASGOS DE UNA MUJER IDEAL

Manuel José Montero Vizcaino

* Foto tomada de Internet

Pocas veces se privilegia y reconoce el valioso tesoro de aquellas personas que con su presencia transmiten sensibilidad, confianza y alegría. Son variadas las razones por las cuales una mujer se torna sensualmente interesante y genuinamente atractiva:

Su talento que la hace sencillamente encantadora y racionalmente independiente. Los retos que se propone van más allá de los límites que le impone la realidad y busca romper las barreras del estado actual de las cosas.

Su prudencia la hace establecer límites a lo permitido en cada conversación sin caer en incomodas situaciones de impertinencia. Respetuosa de la opinión ajena y cautelosa al conceptuar. Sus expresiones o actuaciones están conectadas con sus ideas y sus ideas con su sentir.

Su inteligencia la hace capaz de responder asertivamente en momentos precisos y en situaciones sobrevinientes, cualidad que la hace alcanzar el perfecto equilibrio entre la razón y la emoción. 

Su gestualidad sensual es uno de sus rasgos seductoramente más atractivo, porque cada instante de confinidad puede contener un apasionante componente de misterio. Induce la necesidad de explorar lo intrínseco y lo desconocido. Resalta con su sonrisa tenue y refrescante el mundo de sensaciones que hay detrás de su pensamiento y verbo moderado.

Su belleza espiritual la conduce al umbral en que el entendimiento traspase los límites de la intuición e incentiva la inspiración hacia la construcción de la fantasía. Su sensualidad la traduce en imaginación y su expresión verbal en encanto. Es creyente sin alcanzar el confín de la obsesión e induce al amor desde su palabra y obra.

Su proyecto de vida la orienta a saber para donde va, lo que quiere y como lo quiere. De igual manera, sabe las personas que pueden hacer parte de su proyecto y el límite de la participación. La obsesión la traduce en logros y los logros en aprendizaje sin perder la humildad y la ecuanimidad.